martes, 7 de junio de 2011

La “Pinta” del Buen Orador

Yaribé Monzón
Amigos, seguro recuerdan la unión del Príncipe William y Kate Middleton. La boda ha sido el espectáculo más grande y mediático del 2011. Por ello no dudo que hayan visto en algún medio, lo que se convirtió en el centro de la boda, los sombreros que debían llevar las damas por protocolo real.
Qué  tiene que ver esto con un Buen Orador… Pues simple, hablamos de que: la ropa, los zapatos, accesorios y colores que vestimos hablan por nosotros. En la boda se trataba de una elegante tradición y el escenario era la entrada a la Iglesia, todo mundo estaba atento a los sombreros.
El público que juzgaba, admiraba, criticaba y alagaba, iba desde la prensa a espectadores globales atentos con curiosidad.  Cuando nos disponemos ante un público, para decir algo, éste está alerta a todas nuestras señales. Debemos cuidar nuestra postura, gestos y reacciones faciales en medio del discurso.
Pero, igual de importante es idear nuestro vestuario antes de empezar hablar. No podemos ir muy deportivos ni casuales, si pretendemos convencer con seriedad. Tampoco muy elegantes, si la intención del discurso es persuadir y generar empatía. El vestuario debe ser planificado junto con la intención de lo que pretendemos decir.
La ropa apoya, afirma, niega, desmiente o confirma las palabras que soltamos. Imaginemos que Pamela Anderson habla de acciones ambientalistas y lleva puesto un vestido de cebra. ¡Upss!. Soñemos que el Presidente en cadena nacional aparece con una chaqueta de los Yankees de New York. ¡Nooo!.
Sencillamente es cuestión de coherencia y lógica, el buen orador viste acorde a lo que quiere decir.


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