Yaribé Monzón
En medio de una clase universitaria, entre pautas y recomendaciones, un profesor aseguró “el miedo escénico no existe”. ¡Quéee! me sorprendí increíblemente con esa aseveración. Y entonces pensé, si no existe como puedo explicar las náuseas, dolor de cabeza, temblor en mis piernas y voz cuando expongo.
Además de, los síntomas que he notado en algunos compañeros: Belkys, baja el timbre de voz como si no quisiera que la escucharan y mucho menos que la vieran; Karen, habla con una velocidad que hace su discurso indescifrable; Ninfa se ruboriza; y Carlos suda en exceso. Ante tantas manifestaciones, no comprendí lo que decía mi profesor y sólo reflexione: “pues no existe para él, ¡lo felicito!”.
En mi caso, yo estoy muy consciente de los nervios que me causa enfrentarme a una audiencia. Pero me he percatado que cuando el tema a abordar me gusta, lo entiendo, domino, estudio y lo he profundizado, me concentro y logro una presentación exitosa.
Alfredo Padrón, autor del manual práctico de oratoria empresarial de El Nacional, explica acerca del miedo escénico que todas las personas, sin excepción lo sentimos; y debemos asumir que éste no se quita, y que nos acompañará hasta el último de nuestros días. Pero, aclara que hay técnicas que permiten superarlo, para no manifestar temor, mostrarnos firmes y seguros ante un auditorio.
Ahora bien, con lo planteado en el primer párrafo mi intención no es dejar a ese profesor como un desconsiderado. ¡Para nada! lo que pretendí fue crear en ustedes, queridos amigos, la misma incertidumbre que yo sentí en ese momento.
No es cuestión de maldad, todo lo contrario. Hoy, gracias a Padrón, he entendido aquello del: “miedo escénico no existe”…
Este autor nos explica, en su obra, que el miedo escénico debe desaparecer una vez que estamos frente al público y comenzamos la exposición. Y en el caso de que no suceda así, para él, estamos ante otra situación, ante otro problema, solucionable, llamado timidez.
La cuestión, realmente, es que el miedo escénico sí existe y es canalizado positiva o negativamente por las personas según el grado de timidez que presenten. Para mí, está claro que mi querido profesor no es en lo más mínimo tímido, por ello considera inexistente este tipo de pánico.
Un buen orador aprovecha su miedo escénico, lo transforma en adrenalina y concreta un discurso exitoso. ¿Qué pasa con la timidez?, no te pierdas el próximo artículo…
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