viernes, 10 de junio de 2011

Mamá siempre sabe

Yaribé Monzón
Las madres siempre tienen la capacidad de convencer, a sus hijos, como si tuvieran la verdad absoluta en sus manos. Quién más puede decir: ¡haz lo que quieras!, con la certeza de que no lo harán.
Ellas no ganan esa habilidad de la noche a la mañana. Construyen su reputación con esmero y dedicación. Cuidan a su público (sus hijos), están atentas a sus señales. Conocen su entorno y establecen una comunicación empática.
Un buen orador, al igual que una madre, debe sentar las bases de su credibilidad desde la primera oportunidad. Si desea que le crean su discurso, entonces debe preocuparse por conocer  a su público, por estudiarlo; y hacerle saber que sabe a quién le habla. Exprésese con propiedad, pero evite la arrogancia. ¡Sí! también debe tenerle amor y respeto a su audiencia.
Al igual que una progenitora,  comunique con seguridad, oré de lo que conoce bien y esté preparado para responder todas las dudas, discrepancias y los ¿por qué? de su público. Pues, usted no puede justificarse con un “porque lo digo yo”. ¡No se pase!
Un buen orador habla de lo que sabe, se apoya en su experiencia y convence a su público con inteligencia. No se contradice, responde antes que le pregunten. Y repite, recuerda, qué conoce el tema.
Si quiere que le crean, sea creíble, no invente.

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